Villa de Leyva, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Colombia, parece atrapado en un ciclo que amenaza con convertirse en su perdición. La belleza natural, la arquitectura colonial y la oferta cultural de este pueblo boyacense lo convierten en un lugar de ensueño para visitantes nacionales e internacionales. Sin embargo, su economía turística, lejos de ser próspera y sostenible, está atrapada en un círculo vicioso que tiene como protagonistas la especulación inmobiliaria, el elevado costo de vida y la falta de una política integral de turismo. ¿Cómo llegamos aquí? Y lo más importante, ¿cómo podemos romper con este ciclo destructivo?
Una Economía Especulativa: El Problema de los Altos Arrendamientos
Uno de los principales problemas que enfrenta Villa de Leyva es la especulación inmobiliaria. Los arrendamientos de locales comerciales son exorbitantemente altos, sin distinción entre temporada alta o baja. Los dueños de los locales exigen precios que asfixian a los comerciantes, quienes, a su vez, se ven forzados a aumentar sus precios durante la temporada alta para recuperar las pérdidas de los meses de baja actividad. Esta dinámica, que puede parecer lógica a corto plazo para quienes rentan, está creando un impacto devastador: Villa de Leyva ha ganado una reputación de ser un destino caro y con mal servicio, comparable incluso con Cartagena, una ciudad conocida por sus elevados costos.
La consecuencia de estos altos precios es clara: el turismo se desplaza. Los visitantes prefieren hospedarse en áreas aledañas y solo llegan a Villa de Leyva para pasear durante el día, comprar algún helado o milhojas, y regresar antes de la noche. Este comportamiento no solo afecta a la economía local, sino que también deja varios locales vacíos y otros en constante rotación, con una tasa de reemplazo de negocios de apenas seis meses.
Colapso de Infraestructura y Ausencia de Políticas de Promoción
Villa de Leyva, aunque encantadora, carece de una infraestructura adecuada para soportar el turismo en sus picos más altos. Durante festivales o puentes, las calles se llenan hasta el punto del colapso: no hay espacio para estacionar, los baños públicos son insuficientes y el manejo de residuos se vuelve un caos. Este "éxito" efímero, basado en el turismo de fin de semana, deja a la vista la ausencia de políticas de desarrollo sostenible y promoción de otras formas de turismo.
El gobierno local no ha implementado estrategias efectivas para atraer congresos, visitas empresariales o turismo internacional que pudiera llenar la capacidad de los establecimientos fuera de temporada. Proyectos prometedores, como un centro de convenciones, quedaron solo en el papel, y el inventario de atractivos turísticos no ha crecido a la par con otros destinos colombianos, como Salento, que ha logrado diversificar y ampliar su oferta turística e infraestructura.
La Gentrificación y el Declive de la Calidad de Vida
El fenómeno de la gentrificación comienza a dejar huella en Villa de Leyva. A medida que el valor de los arriendos sube, solo los comerciantes que pueden asumir esos costos sobreviven, mientras que los demás se ven obligados a cerrar sus puertas. Esto no solo afecta la variedad de servicios y productos disponibles, sino que también expulsa a la población local. Los jóvenes se ven obligados a buscar oportunidades fuera del municipio, ya que la falta de empleos estables y la ausencia de una universidad o una oferta educativa superior convierten al pueblo en un lugar sin perspectivas de futuro para la juventud.
El mercado laboral está fuertemente precarizado. En la mayoría de hoteles y restaurantes se paga por turnos y solo durante los fines de semana, lo que hace imposible que los empleados lleguen a un salario digno. Los turnos se pagan a un promedio de 6.000 pesos la hora, insuficiente para costear el alto costo de vida, donde una habitación sin cocina puede costar entre 450.000 y 600.000 pesos mensuales. Esta situación laboral desigual contribuye al incremento de la inseguridad, otro factor que ahuyenta a los turistas.
Una Burbuja Que Está Por Reventar
La burbuja inmobiliaria en Villa de Leyva está inflada por una sobrevaloración del atractivo turístico del pueblo, sustentada en la alta demanda de fines de semana, que crea una falsa sensación de prosperidad. Entre semana, sin embargo, la realidad es muy distinta: el turismo es escaso, y la falta de infraestructura básica, como una planta de tratamiento de aguas residuales, deja al descubierto problemas fundamentales que se mantienen sin solución.
La economía local depende exclusivamente de la actividad alrededor del terminal de transporte, la vía circunvalar y la Plaza Principal. Más allá de estas áreas, el pueblo muere lentamente. No hay iniciativas para revitalizar otras zonas, y el desarrollo económico está restringido al turismo de corta duración, lo cual resulta insostenible a largo plazo.
Comparaciones Dolorosas: Villa de Leyva y Otros Destinos Colombianos
Cuando comparamos a Villa de Leyva con otros destinos colombianos como el Amazonas, Putumayo o Guaviare, queda en evidencia la falta de desarrollo turístico integral. Estos lugares han logrado atraer un turismo internacional de mayor duración gracias a una oferta diversa que incluye naturaleza, cultura y aventura. En Villa de Leyva, propuestas como la de crear una sede del Museo Nacional o del Museo del Oro siguen sin materializarse, dejando al municipio sin un atractivo cultural que pueda cautivar a turistas extranjeros más allá de una visita rápida.
En cifras, Colombia ha visto un incremento constante en la llegada de turistas internacionales, pasando de 4,5 millones en 2019 a casi 5 millones en 2023. Mientras tanto, destinos como Salento y la zona cafetera han capitalizado esta tendencia, aumentando su capacidad hotelera y diversificando su oferta de actividades. En contraste, Villa de Leyva ha visto una desaceleración en su crecimiento turístico, atrapada en un modelo que no permite un desarrollo integral y sostenido.
Romper el Círculo Vicioso: Hacia un Turismo Sostenible
El camino hacia la salida de este círculo vicioso no es sencillo, pero existen pasos claros que podrían tomarse. Primero, los propietarios de los locales deben reconsiderar sus políticas de arriendo. Mantener precios razonables durante todo el año no solo garantizaría la estabilidad de los negocios, sino que también permitiría mantener una oferta constante y accesible para los turistas, generando una imagen más positiva del pueblo.
El gobierno local, por su parte, debe asumir un rol activo en la promoción del turismo. Necesita invertir en infraestructura, tanto física como cultural, y atraer eventos empresariales y académicos que generen movimiento fuera de los fines de semana. Un campus universitario, como se ha propuesto, no solo traería estudiantes, sino que fomentaría la innovación y el desarrollo económico más allá del turismo.
Es necesario entender que el "turismo selecto" al que aspira Villa de Leyva no es el que se está logrando atraer. Ese tipo de turismo se está yendo a destinos internacionales como Miami o Europa, donde la oferta cultural, de servicios y la infraestructura están a otro nivel. En lugar de perseguir un ideal inalcanzable, Villa de Leyva debería enfocarse en diversificar su oferta y hacerla accesible para más personas, buscando un equilibrio que permita estabilidad económica y social.
Estamos matando la gallina de los Huevos de oro, una Reflexión Urgente
Villa de Leyva es, sin duda, un lugar con un enorme potencial turístico. Sin embargo, el modelo actual está llevando al pueblo a un punto de quiebre. La especulación inmobiliaria, la falta de políticas de desarrollo turístico, la precarización laboral y la falta de infraestructura básica han creado un círculo vicioso que debe ser roto si queremos que Villa de Leyva tenga un futuro próspero y sostenible.
Los actores clave —propietarios de locales, comerciantes, gobierno local y la comunidad en general— deben asumir la responsabilidad de cambiar el rumbo. Solo a través de una visión conjunta y un esfuerzo coordinado, Villa de Leyva podrá salir de este ciclo eterno y convertirse en un destino que no solo atraiga a los turistas, sino que también ofrezca una calidad de vida digna para sus habitantes. El momento de actuar es ahora, antes de que la burbuja termine por reventar y el encanto de Villa de Leyva se desvanezca entre precios imposibles y calles vacías.
By Betto Gómez