En la parte sur del valle longitudinal del río Suárez, a 2.000 m.s.n.m. en la confluencia de los ríos Leyva y Suta se ubica "El Infiernito" o Parque Arqueológico de Monquirá, un conjunto precolombino de 30 grandes columnas de piedra de forma fálica y mas de un centenar de otras más pequeñas ordenadas en dos filas situados de oriente a occidente. Existe también una tumba dolménica, un monumento funerario en piedra.
El nombre de "Infiernito" les fue dado por los españoles; en su mentalidad la talla de los falos solo podía ser obra del demonio.
La cultura de los muiscas consideraba el falo como símbolo de la fecundidad, la sacralidad de la sexualidad humana y la preocupación por la fecundidad de los campos. Estos falos cargados de trascendentes fuerzas y valores espirituales y mágicos, se convertían en manifestaciones simbólicas de lo sagrado.
La primera crónica europea en mencionarla la encontramos en "Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales" (1625) de Fray Pedro Simón: ... el cacique de Tunja ... “Quiso sublimar la fábrica de este templo en honra de su padre y poniéndolo en efecto, mandó que le trajesen de diversas partes gruesos y valientes mármoles. Llegaron al sitio con tres de ellos... otros dos se ven en el camino de Ramiriquí y otros dos en Moniquirá, que no llegaron al sitio como ni la fábrica a ponerse en ejecución, porque cuando ya estaba en estado de eso, era en tiempo en que ya los Españoles estaban poblados en Santa Marta”
Eliécer Silva Celis nos da la interpretación del sitio: "este observatorio Solar, ubicado en dirección Oriente a Occidente, formado por dos Campos Sagrados; el del Norte y el del Sur. ... El Rectángulo comprendido por las dos filas de columnas, muestra una orientación de Este a Oeste y constituyó probablemente un Campo Sagrado destinado tanto a recibir el Sol en su aparición en el horizonte como para seguirlo y observarlo en su movimiento hasta la culminación en el cénit, fenómeno que los sacerdotes Muiscas determinaron por medio de pilares o torres erigidos, a cielo abierto, en el mencionado Campo Sagrado con el fin de registrar las sombras que marcaban sobre el piso, los solsticios del inicio y el final del Verano y de Invierno. Estos eventos astronómicos debieron ser celebrados con actos y ritos religiosos que se realizaban con dignidad y gran pompa litúrgica en esta galería sagrada".
La orientación y disposición de los monolitos, indican en conocimiento de los movimientos de los astros, formando un calendario que marca los equinoccios y los comienzos de las dos estaciones de lluvia: el 21 de marzo y el 21 de setiembre.
Gerardo Reichel Dolmatoff escribió: “No es casualidad que el 24 de junio —día del solsticio—, el sol, visto desde la hilera de piedras, se levante exactamente sobre la laguna de Iguaque, lugar sagrado donde, según la mitología de los Muiscas, surgió la diosa Bachué, progenitora de los indios de estas comarcas”.
El Infiernito era un lugar sagrado que ataba el sol y las estrellas a la cotidianidad de los Muiscas: sembrar, labrar, orar dependía de la información que el cielo prometía, todo estaba relacionado con el cosmos, conexión entre el cielo y la tierra.