“En el distrito de la ciudad de Tunja, a cuatro leguas a la parte de norte-este y una de un pueblo de indios que llamaban Iguaque,[1] se hace una coronación de empinadas sierras, tierra muy fría y tan cubierta de páramos y ordinarias neblinas, que casi en todo el año no se descubren sus cumbres sino es al mediodía por el mes de enero.
Entre estas sierras y cumbres se hace una muy honda, de donde dicen los indios que a poco de como amaneció o apareció la luz y criadas las demás cosas, salió una mujer que llamaban Bachué, y por otro nombre acomodado a las buenas obras que les hizo, Furachogua, que quiere decir mujer buena, porque fura llaman a la mujer, y chogua es cosa buena. Sacó consigo de la mano un niño de entre las mismas aguas, de edad de hasta tres años y bajando ambos juntos de la sierra a lo llano donde ahora –está- el pueblo de Iguaque, hicieron una casa donde vivieron hasta que el muchacho tuvo edad de casarse con ella, porque luego hasta que la tuvo se casó, y el casamiento–fue- tan importante y la mujer tan prolífica y fecunda que de cada parto paría cuatro o seis hijos, con que se vino a llenar toda la tierra de gente, porque andaban ambos por muchas partes dejando hijos en todas, hasta que después de muchos años, estando la tierra llena de hombres y los dos ya muy viejos, se volvieron al mismo pueblo y del uno, llamando a mucha gente que los acompañara a la laguna de donde salieron. Junto a la cual les hizo la Bachué una plática exhortando a todos a la paz y conservación entre sí, la guarda de los preceptos y leyes que les había dado, que no eran pocos, en especial en orden al culto de los dioses, y concluido, se despidió de ellos con singulares clamores y llantos de ambas partes, convirtiéndose ella y su marido en dos grandes culebras -que- se metieron por las aguas de la laguna y nunca más parecieron por entonces, si bien la Bachué después se apareció muchas veces en otras partes, por haber determinado desde allí los indios contarla entre sus dioses, en gratificación de los beneficios que les había dado.” [2]
“…la diosa Bachué…era el amparo de todas las legumbres, ofreciéndole sarmientos de moque y resinas.” [3]
[1] Iguaque, que en lengua chibcha significa “montaña vigorosa”, era para los antiguos una especie de “úterodel mundo”que a su vez representaba el universo en continua regeneración: nacimiento, fecundidad, fertilidad e iniciación, símbolo de ascenso y conocimiento interior, lugar oracular donde se consultaban a los esenciales de la naturaleza y se planificaba los ciclos de la vida.
[2] Fray Pedro Simón: Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Tomo VI. Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1981 pág.378.
[3] Ibid