Cátedra de Villa de Leyva
[1] Para los muiscas los ríos y en particular las lagunas eran sitios sagrados, cuyas almas o espíritus acuáticos protegían a sus gentes. A las lagunas se les rendían tributos, a ellas encomendaban su suerte. Existían importantes y numerosas peregrinaciones desde lugares lejanos para realizar pagamentos por los favores recibidos de los espíritus del agua.