Es tan importante la Virgen del Carmen en el departamento de Boyacá, que aunque su festividad se celebra el 16 de julio, en varios municipios toman la delantera desde comienzos de mes, e incluso desde finales de junio, para que no se les cruce con otra de estas celebraciones y poder tener así un evento pomposo y muy nutrido.
Una de las festividades más solemnes del 16 de julio, es la del Carmelo en Villa de Leyva, pero también son grandes la de Samacá, Susacón, Duitama, Moniquirá, Mongua, Gámeza, Nobsa, Tibaná.
Normalmente en la procesión, mientras los mayores cargan la imagen de la Virgen en sus hombros, los niños llevan las cintas de un pabellón representativo de la virgen.
A muchos conductores la invocación de su santa patrona, les ha hecho el milagro de seguir con vida y esta veneración es la que más recuerdan los devotos.
Esta veneración se hereda de padres a hijos y esto sucede en muchas regiones del departamento y del país. En la mayoría de los municipios han conformado desde hace muchos años la Hermandad de la Virgen del Carmen.
El fervor los transportadores por su santa patrona los lleva a participar de esta conmemoración activamente, con mucho amor, adornan los vehículos con flores y resaltan la piedad y su entusiasmo.
Es más, aunque la celebración es el 16 de julio, son tantas las fiestas que se hacen en Boyacá que en algunos sectores, veredas o barrios el evento lo terminan realizando casi que a fin de año, buscando que sea el centro de atención de la región.
Se trata de una festividad que se remonta hasta Israel, concretamente hasta el Monte Carmelo, donde según la historia por allá en el siglo XIII, el superior general de los Padres Carmelitas del convento de Cambridge, vio cómo se le aparecía la virgen del Carmen, con un escapulario que daba el paso al cielo a quien lo portara al morir: la virgen prometió al superior que todo el que muriera con su escapulario jamás iría al infierno. Todo esto habría ocurrido un 16 de julio de 1251.