Cátedra de Villa de Leyva
[1] Para los muiscas los ríos y en particular las lagunas eran sitios sagrados, cuyas almas o espíritus acuáticos protegían a sus gentes. A las lagunas se les rendían tributos, a ellas encomendaban su suerte. Existían importantes y numerosas peregrinaciones desde lugares lejanos para realizar pagamentos por los favores recibidos de los espíritus del agua.
La tradición mantiene el recuerdo de diversas festividades en honor del agua, una de ellas la gran fiesta ceremonial de “correr la tierra” que congregaba durante veinte días a miles de personas procedentes de lugares lejanos. El rito del agua, la diversidad de ceremonias ha quedado en los nombres de algunos sitios, como: Siatá (La labranza del agua), Suasia (el agua del sol), Siachoque (el trabajo del agua). Como podemos ver, toda la vida de los muiscas estaba consagrada desde el nacimiento hasta la muerte al elemento agua. Tan importante fue, que forjó la más difundida de las leyendas indoamericanas: la Leyenda de El Dorado, la cual encarna la divinidad tutelar: el agua.
Para los indígenas U´wa que habitan en su territorio Sagrado de la Sierra del Cocuy, los lagos son la expresión del “canto de los abuelos”, lugar de origen de su pueblo y todas las especies, son los pasadizos que conectan al universo, allí las almas-sombras esperan renacer y revitalizarse para desarrollar su alma-aliento. Los ríos son los caminos del universo por medio de los cuales se unen sus distintos mundos de colores.
Memoria histórica e imaginarios de villa de Leyva
Arango Trejo Lagos